miércoles, 25 de julio de 2007

Rrrrrrronrrrrrroneo






Si hay quienes merecen un homenaje, esos son los gatos. Siempre me gustaron y nunca entendí muy bien por qué. Fascinan, hipnotizan y enamoran. Son solitarios y tienen un ego inmenso, jamás van a hacer algo para complacer a otro, lo hacen porque quieren, cuando quieren y cómo quieren.


Puede haber muchísimas razas pero todos tienen la misma cara pícara y sensual. Todos se parecen pero ninguno es igual a otro.


Mi primer gato lo tuve de tan chico que ni me acuerdo, tendría unos cuatro años. A mis padres nunca les gustaron demasiado. Fue un "sssssí... puede venir a comer pero ni se te ocurra hacerlo entrar". Se llamaba Paco y era atigrado. Al poco tiempo se hartó de la hospitalidad a cuenta gotas y nunca supe más nada, pero todavía encuentro fotos de mi primer verano en la isla con el gato en dando vueltas cerca mío. A eso de los diez años apareció el gato que me cambió la vida. Lo encontré chiquito, diminuto y mojado en un otoño fríííísimo de fines de los 90s. Era negro azabache, pero tenía una manchita blanca en el pecho que lo hacía el gato más lindo del mundo. Y sí que lo era. Le puse Beetlejuice, pero como era muy complicado le decía Be (Bi) Dormía conmigo, desayunaba conmigo, me acompañaba a la escuela y me esperaba cuando volvía. Lo tuve cuatro años, una señora decidió que era muy lindo y se lo llevó escondido en un bolsito. En medio del llanto me regalaron a Mía. Una siamés diminuta que con el tiempo y con la comida se convirtió en algo enorme. Y ella está completamente loca, si hay algo que siempre me fascinó de esa gata es la manera de dormir en la cama. Se tapa el cuerpo y deja la cabeza afuera, como si fuera una chica de verdad. Me vine a Buenos Aires y ella se quedó en medio del silencio isleño porque la ciudad iba a volverla loca. Ahora está Dean, que me perseguía en la facultad cuando tenía días grises y me ponía feliz. Camina como James Dean, como si el mundo fuera suyo y todos cayeran rendidos a sus pies y es que es inevitable no hacerlo.

Todos caen rendidos a los gatos. Gorey, Colette, Borges, Cortázar, Hemingway y muuuchos más. Este último les dejó una casa entera como herencia y la semana pasada decidieron que no iban a echarlos porque además son una raza rarísima de seis dedos. Gatitos Freakies.

Y si había algo que me molestaba de chico era que en las pelis o en los dibujos animados siempre eran los villanos... porque es obvio, la gente interpreta que esa autonomía seductora es de villano y no... es de misteriosos que son.

"Enero, el mes de los amores felinos, engalana a los gatos de Auteuil con su más hermoso atavío y recluta, para nuestros tres gatas, una treintena de gatazos. El jardín se llena con sus parloteos y ronoroneos inerminables, con sus batallas y su olor a boj"

(Colette- Las dos gatas, de La casa de Claudine)

viernes, 20 de julio de 2007

Delacroix


España Directo manda a una reportera de segundísima fila a cubrir una noticia en clave de terrible denuncia social: en Granada unos sintecho utilizan un edificio municipal en desuso como lugar-vertedero para dormir, beber y resistir. ¡Inaceptable para el barrio tener semejantes vecinos!
La reportera, de profesión confundida, entra micrófono en mano a recoger testimonios. Fingiendo arcadas por el olor (qué desconsideración) despierta del sueño y de la borrachera a un ser sacado de Mad Max con su cresta recién y mal hecha.
Tras preguntarle un par de cosas absurdas y obvias (no podía ser menos) acaba con un esperadísimo momento paternalista de compasión.

- ¿Tú qué le pides a la vida?

El punkarra se incorpora y de repente cambia el gesto sufriendo un arrebato de lucidez.

- Salud y libertad.

Pobre reporterita, no lo comprendió.
Pues eso, compañeros.

martes, 17 de julio de 2007

Tu es la vague, moi l’île nue


Jane Birkin puede lo que pocas personas. Ser la sensualidad hecha persona, transmitir erotismo hasta cuando se rasca la oreja.
Un buen día la Sra. Bardot decidió no grabar una canción obscena temiendo a que su imagen se ensuciara, así que apareció esta chiquita y dijo: Yo lo hago. Uno puede imaginársela tirada en el piso, abrazada a las rodillas de su amante declarándole su amor y también a él, mirando a un lado de la manera más indiferente del mundo. Entonces ella hace lo suyo:
Tu vas, tu vas et tu viens
Entre mes reins
Je vais et je viens
Je me retiens
Él ya no le contesta y ella empieza a gemir. Al principio uno piensa "¿está llorando?", pero no, la sensualidad en carne viva no llora. Gime. Se muere de placer y los oídos se mueren con ella.

lunes, 9 de julio de 2007

Felicidades, Marc

Hoy cumples 50 años. Gracias.
(Ya te lo dije una vez: "you´ve been the soundtrack of my life")

miércoles, 4 de julio de 2007

Ermyntrude & Esmeralda



Se me ha olvidado decirte que cuando estaba abrazándome sentí que la cosita se me alegraba tanto que no sabía qué hacer excepto abrazarlo a él, lo cual hacía que se pusiera aun peor.

Lytton Strachey cuenta cosas cochinas y eso significa que en Bloomsbury no todo era derrotista y autocruel.
La asfixia, el dolor, las piedras en el bolsillo en dirección al río.
Mentes en disfunción.
Dios los cría y ellos se juntan.

Pero de repente la línea negra se desvía y la risa subversiva entra en acción.
Las dos caras de la misma moneda.
¿Quién no se descojonó en un velatorio?
El sexo como breve comentario punk.
La excusa perfecta para tomarse un descanso (es agotadora tanta continuidad).

Después, el ruido del agua deja claro que el río sigue ahí. Por si acaso se te ocurría olvidarlo.

- ¿Te preocupa que se me queme el pelo, Henry?
- Que si me preocupa, señorita? Preferiría que me arrancaran las orejas, señorita, antes de que le ocurriera nada a su cabello.