miércoles, 27 de junio de 2007

Carminia

Se escogían varias muchachas altas, bellas y resistentes -su edad oscilaba entre los 12 y los 18 años- y se las arrastraba a la sala de torturas en donde esperaba, vestida de blanco en su trono, la condesa. Una vez maniatadas, las sirvientas las flagelaban hasta que la piel del cuerpo se desgarraba y las muchachas se transformaban en llagas tumefactas; les aplicaban los atizadores enrojecidos al fuego; les cortaban los dedos con tijeras o cizallas; les punzaban las llagas; les practicaban incisiones con navajas (si la condesa se fatigaba de oír gritos les cosían la boca; si alguna joven se desvanecía demasiado pronto se la auxiliaba haciendo arder entre sus piernas papel embebido en aceite). La sangre manaba como un geiser y el vestido blanco de la dama nocturna se volvía rojo. Y tanto, que debía ir a su aposento y cambiarlo por otro (¿en qué pensaría durante esa breve interrupción?). También los muros y el techo se teñían de rojo.

Durante seis años la condesa asesinó impunemente. En el transcurso de esos años no habían cesado de correr los más tristes rumores a su respecto. Pero el nombre Báthory, no sólo ilustre sino activamente protegido por los Habsburgo, atemorizaba a los probables denunciadores.
(...)

Hacia 1610 el rey tenía más siniestros informes -acompañados de pruebas- acerca de la condesa. Después de largas vacilaciones decidió tomar severas medidas. Encargó al poderoso palatino Thurzó que indagara los luctuosos hechos de Csejthe y castigase a la culpable.

En compañía de sus hombres armados, Thurzó llegó al castillo sin anunciarse. En el subsuelo, desordenado por la sangrienta ceremonia de la noche anterior, encontró un bello cadáver mutilado y dos niñas en agonía. No es esto todo. Aspiró el olor a cadáver; miró los muros ensangrentados; vio "la Virgen de hierro", la jaula, los instrumentos de tortura, las vasijas con sangre reseca, las celdas -y en una de ellas a un grupo de muchachas que aguardaban su turno para morir y que le dijeron que después de muchos días de ayuno les habían servido una cierta carne asada que había pertenecido a los hermosos cuerpos de sus compañeras muertas...
La condesa, sin negar las acusaciones de Thurzó, declaró que todo aquello era su derecho de mujer noble y de alto rango. A lo que respondió el palatino: ...te condeno a prisión perpetua dentro de tu castillo.

Desde su corazón, Thurzó se diría que había que decapitar a la condesa, pero un castigo tan ejemplar hubiese podido suscitar la reprobación no solo respecto a los Báthory sino a los nobles en general. Mientras tanto, en el aposento de la condesa fue hallado un cuadernillo cubierto por su letra con los nombres y las señas particulares de sus víctimas que allí sumaban 610... En cuanto a los secuaces de Erzsébet, se los procesó, confesaron hechos increíbles, y murieron en la hoguera.

La prisión subía en torno suyo. Se muraron las puertas y las ventanas de su aposento. En una pared fue practicada una ínfima ventanilla por donde poder pasarle los alimentos. Y cuando todo estuvo terminado erigieron cuatro patíbulos en los ángulos del castillo para señalar que allí vivía una condenada a muerte.
Así vivió más de tres años, casi muerta de frío y de hambre. Nunca demostró arrepentimiento. Nunca comprendió por qué la condenaron. El 21 de agosto de 1614, un cronista de la época escribía: Murió al anochecer, abandonada de todos.

Ella no sintió miedo, no tembló nunca. Entonces, ninguna compasión ni emoción ni admiración por ella. Sólo un quedar en suspenso en el exceso del horror, una fascinación por un vestido blanco que se vuelve rojo, por la idea de un absoluto desgarramiento, por la evocación de un silencio constelado de gritos en donde todo es la imagen de una belleza inaceptable.

Como Sade en sus escritos, como Gilles de Rais en sus crímenes, la condesa Báthory alcanzo, más allá de todo límite, el último fondo del desenfreno. Ella es una prueba más de que la libertad absoluta de la criatura humana es horrible.

Fragmento de La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik en Prosa Completa (Ed. Lumen- 2002)

viernes, 15 de junio de 2007

Sunset Boulevard.



Hacía tiempo que yo pensaba que, como la Dietrich era patrimonio común, término que designa a los que lo son bastante famosos como para que pierdan la protección que se da a las personas normales, cualquiera podría filmar un dicumental sobre su vida y, sin duda, acabaría por filmarlo. Entonces, ¿por qué no hacer que la Dietrich hiciera un documental en beneficio propio en lugar de permitir que otros se aprovecharan?. Ya que estaba anciana como para salir en la pantalla, parecía buena idea que la Dietrich narrara su propio documental.

Llevó mucho tiempo convencerla, y encontrar el dinero y a personas interesadas en llevar adelante el proyecto, a base de oír la voz de la Dietrich a sus ochenta años, sin ver su cara de ochenta años. Finalmente, un día de 1982, ella permitió que la pusiéramos en la silla de ruedas y, por primera vez en más de tres años, fue llevada a la sala de estar y colocada en un sillón. So pretexto de que se había fracturado un dedo del pie, permaneció sentada, inmóvil, mientras grababa una conversación con Maximilia Schell, el director, que sería la base del diálogo del documental.

A la hora de empezar a grabar, la Dietrich ya no estaba tan enamorada de Schell como al principio de. Él cometió el error de escribirle que, para preparar sus entrevistas, se iba a un idílico lugar a leer a Proust.

- ¿Qué?, ¿Que se va a leer qué?
- Al parecer, Mr. Schell piensa que Proust le dará el clima ideal para preparar las entrevistas.
Yo trataba de defenderle; le necesitaba, y el que mi madre hubiera firmado un contrato no era garantía de que ella fuera a colaborar plenamente. La Dietrich se consideró por encima de estas minucias jurídicas.
- ¡Suizo tenía que ser! ¡Típico! nos hemos equivocado con él. ¿Proust? ¿Para hablar con una actriz de cine? ¿Tiene que leer a Proust? Qué hombre afectado.

De no haber sido tarde para sustituirle, estoy segura de que lo hubiera intentado. A fin de obtener el mayor dinero posible en el mercado internacional y, dado que tanto Schell como la Dietrich eran trilingües, el contrato exigía que durante los tres primeros días, la converssación se mantuviera en inglés, y que en sesiones sucesivas, se dedicaran igual período de tiempo al francés y al alemán. Una vez más, a fin de asegurar la colaboración de mi madre, se estipuló en el cotrato que los pagos se harían diariamente , después de cada grabación.

El primer día mi madre ya estaba agresiva y pasaba de un idioma a otro. Con la cabeza despejada, como solía tenerla a eso de las diez de la noche, aceptó grabar solo en inglés.

A las 11 de la mañana siguiente todos sus propósitos se habían ahogado con el alcohol. No sólo pasaba constantemente al alemán sino que, incluso caía en un dialecto berlinés bastante basto, mentía, discutía y todo lo calificaba de "es una mierda". Cuando se le preguntó por su hermana, negó que la hubiera tenido. Eso sobrecogió un poco a Mr. Schell.

Nunca conseguimos proyectar lo que habíamos ideado y esperado. Finalmente, Schell sde marchó a París con los nervios destrozados y sin material suficiente, o así lo creía él, para montar un documental. A veces, la desesperación hace brotar la inspiración. Schell tuvo que inventar un nuevo concepto. Lo que ese magnífico director realizó al fin fue maravilloso. Mejor que lo que cualquiera hubiera creído posible. nuevo, original, y muy superior a la primera idea.
Imaginando que a mi madre le asustaría tener que escuchar lo que había dicho, lo que unos "extraños" habían hecho con su vida, en una sala de montaje, volé a París, alquilé un video y, sosteniéndole la mano, le mostré la cinta de la primera copia de Marlene. Dios mío ¡Cómo la detestó!. Estaba indignada de que me hubiera atrevido a pensar que esa "basura" era buena. Y, además, aquel engendro había sido idea mía. No paraba de despótricar y de isultar al televisor y a cada momento me preguntaba qué decía:

- ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué ha dicho? ¡Esa no es mi voz! ¡La que habla no soy yo! ¡Yo nunca dije eso! ¡Qué obsenidad!. Tienen que haberme falsificado la voz. ¡Esa no soy yo! Tenemos que demandarles.

Había perdido mucho oído pero, naturalmente, se negaba a reconocer ese síntoma de vejez. Se quejaba de que la gente hablaba en susurros, de que todo el mundo se comía las palabras, y mantenía tan alto el volumen del televisor que, en verano, los transeúntes levantaban la cabeza hacia sus balcones para ver quién les gritaba.

Pasó los seis años siguientes contratando, despidiendo y discutiendo con abogados alemanes. Quería impedir a toda costa que se mostrara el documental y, después, hacer que mtieran en la cárcel al productor, o mejor aún, que lo llevaran " a un callejón muy oscuro". La aplacó que el documental ganara premios en festivales de cine y, de la noche a la mañana, volvió a ser muy amiga de Schell, pero cada vez que se acordaba de Proust su relación se enfriaba.

(Fragmento de "Marlene Dietrich por su hija María Riva", de María Riva. Plaza & Janes- 1992)

martes, 12 de junio de 2007

A Pablo

Amiguito, que Dios te bendiga...

lunes, 11 de junio de 2007

Marc sacó disco, Dios salve a Marc


De pequeño se subía a los hombros de su abuelo y juntos salían a pasear; él le cantaba aquello de...

Strangers in the night
exchanging glances
wond´ring in the night...

Mi madre me cantaba “Cachito mío” de chico y yo me hacía grande y pequeño a la vez.

La felicidad es el momento en el que el resto del mundo se volatiliza para crear una realidad tan miniaturizada como suficiente.

Lo básico, lo justo, lo esencial.
Y nada más tiene cabida, nada más existe.

Qué afortunado se es cuando queda el recuerdo y ese mecanismo brutal de supervivencia que es el olvido no se lo lleva por delante.

lunes, 4 de junio de 2007

Madariaga concentrado


Así me dibujó mi librito Liniers.

Tengo el día tonto. Hasta me parece que esta primavera tiene sentido.

domingo, 3 de junio de 2007

Liniers


Liniers es un campeón olímpico con medalla de oro pequeñita, como todo aquello de lo que habla.
El robot que tiene sentimientos, la vaca cinéfila y el gato feliz porque se sabe querido. La niña linda que nunca dejará de serlo porque se construyó un mundo en el que no cabe otra cosa.
El sábado firmó Macanudos en Madrid. Hizo 12 horas de vuelo para hacernos dibujos en los libritos. La colonia argentino-madrileña con su gracioso vocabulario adaptado, fans españoles nerviosos (oh, Dios, yo no sabía que aquí era algo conocido), una señora con una perra malita en brazos y yo esperábamos pacientes porque a cada uno nos dedicaba un rato largo de atención.

- Hola, me llamo JM, te descubrí en Buenos Aires, mi querido Pablo me habló de ti.
- ¡Oh, usted es un hombre que ha viajado!
- Me cambiaste la vida (por lo menos una semana...) y si me dibujas a Madariaga ya no puedo pedir más...
(y azorado se acurrucó a dibujarme al oso de peluche precioso sentadito en el suelo. “Madariaga concentrado” me escribió al pie)
- ¿Te puedo hacer una foto?
Liniers pasó un momento breve de pudor y asintió con la cabeza.
- Pero hombre, hazte la foto con él – dijo la señora de la perra malita al mismo tiempo que me agarraba del brazo y me empujaba a su lado. Una argentina linda y feliz nos retrató a los dos con cara de contentos.

Y salí exultante respirando la primavera amable que me caía encima. No pasé por el Ángel Caído esta vez sino que me crucé con un conejo pardo que comía hierba en un prado.

Ojalá la vida fuera un vídeo. Le hubiera dado al botón de la pausa.

R.W. Fassbinder - Las Amargas Lágrimas de Petra Von Kant

Petra es asfixiada y dominada.
Petra asfixia y domina.
Sidonie (hermana de Petra): Está así de loca por la culpa de Karin.
Valerie Von Kant (madre de petra): Karin? Qué pasó con Karin?
Sidonie: Todo el mundo sabe que Petra está loca por Karin.
Petra: Loca? no estoy loca, Sidonie. La amo! la amo como nunca amé nada en la vida.Esa chica es mucho más que todas ustedes!
Valerie Von Kant: Mi hija ama a una chica... qué extraño!.. mi hija.
Fassbinder asfixia y domina. Mucho más a punto de cumplirse 25 años de su muerte en los que siguió oscureciendo por más que no lo haya querido.